Hay que tender puentes entre el sector público, las obras sociales y las prepagas. A la misma enfermedad corresponden respuestas homogéneas. Tenemos la mayor tasa de médicos, de camas hospitalarias y de servicios ambulatorios por habitante en América Latina. También estamos en los primeros lugares en términos del gasto en salud. Sin embargo, otros países con menores recursos tienen mejores indicadores de salud.
El problema no es la falta de respuestas sino que hay demasiadas respuestas desarticuladas. Esta fragmentación permite que frente a los mismos problemas de salud, las personas reciban cuidados diferentes. Por ejemplo, para las embarazadas que tienen obra social o prepaga, el Programa Materno Infantil obliga a los aseguradores a brindar todas las prestaciones y medicamentos sin costo para el afiliado. Para quienes sólo acceden a los servicios públicos los programas Remediar y Nacer buscan mejorar el acceso a estos cuidados. Sin embargo, aún hay muchas embarazadas que llegan a parir sin los mínimos controles de gestación, sin haber tomado hierro y ácido fólico para prevenir la anemia y malformaciones, o sin los estudios indispensables para reducir riesgos.
Y este no es un problema exclusivo de quienes van al sector público, porque los seguros de salud sólo son obligados a ofrecer acceso a un menú de prestaciones, pero nadie controla que las prestaciones se concreten en tiempo y forma.
El remedio para la fragmentación consiste en asumir protecciones en salud y fijar los responsables por brindarlas. En la década del ochenta el Estado de Oregón en los EE.UU. definió que todos los ciudadanos deberían recibir iguales cuidados en cantidad y calidad frente un grupo limitado de enfermedades. Chile avanzó aún más al implementar su Aseguramiento Universal de Garantías Explícitas por el cual se definieron protocolos que establecen cómo deben ser tratadas las 56 enfermedades de mayor impacto. Ya sea que la responsabilidad primaria recaiga sobre el sistema público o el privado, todo ciudadano que padece esas enfermedades debe recibir los mismos cuidados.
¿Cómo construir garantías explícitas en salud? En primer lugar, el Consejo Federal de Salud (integrado por todos los ministros de Salud de Nación y provincias) debe definir un conjunto acotado de enfermedades a ser priorizadas. Luego es necesario validar junto a las entidades médicas, académicas y científicas, los protocolos y guías de atención.
Pero lo más importante es designar quién es responsable por estas garantías. Los servicios públicos tienen que conocer la población que tendrán a cargo y salir a buscarla, en vez de permanecer a la espera de que la gente venga a demandar las prestaciones. Esto requiere que su desempeño sea evaluado y tiene como condición que se disponga de infraestructura y personal adecuados. Una vez que el sistema público pueda garantizar tales cuidados se exigirá a los seguros que también los brinden. Será tarea de la Superintendencia de Servicios de Salud transformar al Programa Médico Obligatorio en guías de cuidados y verificar que obras sociales y prepagas los concreten en la población que tienen a su cargo.
Las garantías explícitas construirán puentes entre el sector público, las obras sociales y las prepagas. Los argentinos que padezcan los mismos problemas de salud tendrán respuestas de calidad homogénea. Más que un modelo de reforma de salud es una estrategia para construir ciudadanía. w
http://www.clarin.com/diario/2009/08/13/opinion/o-01977390.htm
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