Científicos argentinos hallan el error de la vacuna contra la bronquiolitis

15 de Diciembre de 200809:47

Un misterio nacido en los Estados Unidos hace 41 años acaba de develarse en el porteño barrio de Flores. Resulta que hasta ahora nadie había podido explicar por qué, en 1967, falló una vacuna contra la bronquiolitis al punto que hizo que se agravara la enfermedad e incluso provocó dos muerte. Pero un equipo de científicos -la mayoría son argentinos- encontró la respuesta.El dato reviste una importancia mayúscula: da la clave para que, ahora sí, se pueda fabricar una vacuna efectiva contra esta enfermedad. El trabajo será publicado en la prestigiosa revista científica Nature Medicine.

El comienzo de la historia se remonta a la década del 60. En aquel entonces, los científicos se propusieron crear la vacuna contra las dos enfermedades que más asustaban en la época, la bronquiolitis y el sarampión. Y siguieron el mismo método de Jonas Salk, quien en 1955 había descubierto la vacuna contra la terrible poliomielitis.

Salk se había basado en el principio de inyectar el virus muerto para que el organismo desarrollara la inmunidad. Eso mismo hicieron estos científicos, e inyectaron a 200 chiquitos negros de un barrio de Washington. En el invierno, el 80 por ciento de esos nenes, lejos de estar protegidos, tuvieron que ser internado porque se les agravó su enfermedad. Y lo peor: dos nenes, de 14 y 16 meses, murieron.

"Lo que más llamó la atención es que, a esa edad, los nenes no se mueren por bronquiolitis. Por eso se les hizo una autopsia, que demostró que tenían los pulmones llenos de sincicial, que es el virus respiratorio que provoca la bronquiolitis", explica a Clarín el médico pediatra Fernando Polack, líder del equipo de científicos argentinos y director ejecutivo de la Fundación para la Investigación en Infectología Infantil (Infant) y el Pan-American INFANT Network en Johns Hopkins University.

Esa falla paralizó a los investigadores. Y por ese motivo, aunque la enfermedad mata a medio millón de lactantes por año en el mundo, nadie se animó a crear otra vacuna para combatirla.

Preocupado desde hace mucho por el tema, en el 2000 Polack pudo confirmar que el anticuerpo inyectado era justamente lo que había hecho mal a los pequeños. Para descubrirlo viajó a Washington y logró ver los cadáveres y que le dieran una partecita de los pulmones para investigarlos.

La pregunta clave, entonces, fue: ¿Por qué los anticuerpos les hicieron mal? La respuesta llegó este año, tras una serie de análisis realizados en Infant, que está en Condarco y Rivadavia, pleno barrio de Flores.

"Los anticuerpos tienen que tener una fuerza especial para pegarse al virus y así bloquearlo. Si el anticuerpo no tiene esa fuerza, termina desencadenando una enfermedad autoinmune. En el cuerpo hay receptores, (llamados Toll) que reconocen distintos gérmenes. Si la vacuna es capaz de reconocer y activar los receptores Toll, es efectiva porque adquiere la fuerza para activar la bronquiolitis. La vacuna del 67 no había activado los receptores Toll, por eso hicieron daño", explica Polack.

¿Cuál es entonces la importancia de este descubrimiento? Dice Polack de lo más orgulloso: "Que abre la puerta para crear una vacuna que sea efectiva". Cuarenta años después, y desde el sur de la Ciudad de Buenos Aires, se abre una puerta que permitirá proteger a millones de chicos en todo el mundo.

 

http://www.clarin.com/diario/2008/12/15/sociedad/s-01822412.htm

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