Una estética muy peligrosa

06 de Noviembre de 200810:07

El metacrilato, usado para fabricar muebles, se inyecta como solución para el envejecimiento. Su uso está prohibido. Pero desata polémica.

 

 

Una sustancia derivada del plástico que se utiliza para fabricar muebles, lentes de contacto y ópticas de autos es inyectada por muchos médicos en el rostro del paciente con el fin de lograr levantamiento de pómulos, relleno de surcos o que la nariz se vuelva respingada. Se trata del metacrilato, un polímero que se promociona como solución para problemas estéticos faciales y que tiene resultados perjudiciales.

“Al poco tiempo de la segunda aplicación, me aparecieron dos bultos en el entrecejo que me empezaron a molestar. Cuando me hicieron la biopsia resultó que se trataba de esta sustancia”, relata María Susana Arce, que quiso corregir “un par de líneas que tenía en la frente” y terminó con la cara deformada.

“Los metacrilatos inyectados se difunden por los tejidos y causan la formación de quistes o fibromas que migran, provocando una reacción inflamatoria que deforma la zona y, en el peor de los casos, produce además necrosis y ulceraciones”, explica Fabián Tuysuz Gálvez, médico dermatólogo que hace algunos años comenzó a recibir en su consultorio a pacientes con dificultades similares a las de María Susana. “Existen muchísimas contraindicaciones para la aplicación del metracrilato, pero por comerciantes o por ignorantes, hay colegas que lo siguen usando”, asegura Tuysuz Gálvez.

“El laboratorio alemán Gerontocare analizó muestras de estos productos y encontró grandes cantidades de monómeros y residuos tóxicos entre sus partículas”, señala el profesional. De acuerdo con la investigación realizada “es una verdadera catástrofe medicinal”.

En el año 2000 la Administración Nacional de Medicamentos prohibió la utilización de esta sustancia en todo el país, según consta en la disposición 1665 del organismo. “Fue una medida preventiva ante el ingreso ilegal de la sustancia no autorizada proveniente del Brasil”, confió una fuente de la ANMAT a Crítica de la Argentina. Pero posteriormente la Dirección de Tecnología Médica autorizó la importación del metacrilato, fabricado por Nutricel Industria e Comercio Ltda. “Hubo denuncias por falsificación del producto y seguramente fueron estas partidas las que provocaron el inconveniente”, argumentan desde el ente de control.

“Esto demostraría que no tuvieron los controles de calidad adecuados”, refuta el dermatólogo. Y agrega: “La información sobre los principios activos del metacrilato la podemos encontrar en libros de química industrial y no en textos médicos sobre piel o tratamientos correctivos, por eso es lamentable que se esté usando esa sustancia para aplicar en personas”.

POLÉMICA. En otra posición se encuentra el doctor Claudio Pol, especialista en cirugía estética, quien explica que “los metacrilatos constituyen un interesante grupo de sustancias de relleno que ya vienen combinadas con ácido hialurónico, colágeno u otras sustancias y –a diferencia de otros productos– tienen la particularidad de ser retenidos indefinidamente por la dermis, lo que permite la corrección de arrugas, líneas, surcos o el modelado de la cara con un prolongado efecto y permiten obtener excelentes resultados estéticos sin recurrir al bisturí”.

OPINIÓN

Qué hay que saber antes de entrar al quirófano
Guillermo Vázquez (Especialista en Cirugía Plástica y en Medicina Legal. Secretario general de la Sacper, 2006/07.)

En la carrera de Medicina es necesario aprobar una materia de suma importancia para la formación: Medicina Legal. En esa materia hay un capítulo destinado al “Secreto Médico” definido como la obligación jurídica, el derecho legal y el deber moral de los profesionales del arte del curar, de guardar silencio sobre todo aquello que vieron, oyeron, descubrieron o realizaron en el ejercicio de su profesión. Legalmente el secreto médico está contemplado en la ley 17.132/67, de ejercicio de la medicina, y en el artículo 156 del Código Penal. La violación del secreto médico es un delito de acción privada, cuya denuncia corresponde a quien se sintiese agraviado u ofendido por dicha revelación injustificada. Un profesional que al ser entrevistado revela detalles sin la autorización de los pacientes incurre en un delito. Es común ver cómo los cirujanos plásticos usan los medios de comunicación para promocionarse a sí mismos pagando notas, ya sea en canales de televisión por cable o abierta, revistas, radios, o cualquier otro medio, manifestando que operó a fulana o mengana.

La mayoría de estos médicos no pertenece a la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica (Sacper), la entidad referente en el país. Para ser miembro hay que tener título de especialista en Cirugía Plástica (muchos no lo son), mantener un programa de educación médica continua (muchos no concurren a congresos, cursos, etcétera) y sobre todo cumplir con el Código de Ética de la Federación Íbero-Latinoamericana de Cirugía Plástica (Filacp) y la Asociación Médica Argentina (AMA). Están también los que se anuncian como cirujanos cosméticos o médicos estéticos. El Ministerio de Salud Pública de la Nación no las reconoce como especialidades médicas. Esos procedimientos deberían ser efectuados por especialistas en Cirugía Plástica únicamente. Cuando una complicación grave de un procedimiento de cirugía plástica toma estado público, nadie evalúa qué profesional lo realizó, pero si nos detuviéramos a corroborarlo, veríamos que habitualmente no pertenecen a la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica. Es importante que la opinión pública conozca que las sociedades u asociaciones nacionales de todas las especialidades médicas “reconocidas y acreditadas” por el Ministerio de Salud Pública de la Nación son quienes reúnen profesionales idóneos.
www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=14958

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