Osvaldo Velázquez (50) preside la Asociación Médica de Guaminí. Egresado de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), concluyó la residencia en cardiología en el hospital Aeronáutico Central y volvió a su ciudad natal, Guaminí. Además es médico legista, docente y trabaja para la Policía provincial en el distrito de Guaminí.

¿Cuándo decidió estudiar medicina?

Decidí ser médico en el último año del colegio secundario. No me gustaban las otras opciones. Me gustó y con los años mucho más. No podría ser otra cosa que médico. En una escuela de Guaminí, donde doy clases, les digo a los alumnos que la vocación a veces se hace, se construye, porque muchos de esos alumnos no saben qué hacer cuando llegan al último año de la secundaria. Les cuento que yo quería ser de todo, por ejemplo piloto de avión, menos medicina. Hoy amo lo que hago. Trabajo muchas horas y no podría hacer otra cosa.

En otro orden, conoce el Centro de Simulación INSPIRE, hizo un curso de arritmia antes de la pandemia. “Fue muy bueno, pasé todo un día, con casos clínicos de distintas dificultades, pero después vino la pandemia”.

Su opinión también es positiva respecto a los complejos vacacionales. “Una de las quejas que teníamos era que los bancarios, los maestros, los oficios y profesiones tenían donde vacacionar y los médicos, no. No podíamos decir, esto es nuestro y allí podemos ir”.

Del Programa de Prevención de la Violencia participó en una reunión de concientización que se realizó en una plaza de Bahía Blanca. “No enfrenté casos de violencia física, pero si hay tensión verbal. La gente pretende que además de los problemas de salud, podamos solucionar cosas que no están a nuestro alcance.  Hay inconvenientes cuando la gente pretende otras respuestas o necesidades que el personal de salud no puede dárselas”.

Del trabajo médico afirma “que en Guaminí tenemos empleos municipales, en docencia y todos hacemos consultorio. El problema es la dificultad para que se radiquen médicos nuevos. Ahora tenemos una pediatra joven. Cuesta conseguir un médico que se instale para atender en lo público y en lo privado”.

Por otra parte, la doctora Laura Antonelli (49), es presidenta del Círculo Médico Madariaga. Egresada de la UNLP, especialista en cardiología, se formó en el hospital Rossi y trabajó en una empresa de ambulancias en la ciudad de La Plata, para cubrir un puesto en el Operativo Sol en la zona de Madariaga. Allí fue cuando se produjo un cambio en su vida. “Me gustó el hospital, el pueblo de Madariaga, había trabajo y me quedé”.

De su vocación señala que “desde el tercer año del colegio secundario supe que estudiaría medicina. No tenía familiares médicos pero me gustaba la medicina y la cardiología en particular”.

La doctora Antonelli conoce otras actividades de la Federación Médica. “Conocí INSPIRE aunque todavía no pude realizar ningún curso. Además sé de la propuesta de los complejos vacacionales aunque todavía no los visité”.

Del trabajo médico reflexiona que “la situación laboral está determinada por el pluriempleo para llegar a fin de mes y tener un nivel de vida acorde al tiempo que vivimos. Los sueldos son bajos y en mi caso trabajo en varios lugares. Y como mujer debo sumarle la casa y los hijos, es triple la tarea. Trabajamos con todas las obras sociales a pesar de que son bajos los honorarios y algunas demoran los pagos y con inflación se diluye el dinero al momento del cobro. Pero hay que luchar. No queda otra.

En otro apartado, reflexiona sobre el reclamo generacional y la incorporación de médicos jóvenes. “La franja etaria de los médicos de Madariaga oscila entre los 40 y  65 años”, afirmó.  

Para finalizar da cuenta que a su modo de ver “se perdió el respeto al médico, en mi caso, desde hace 7 años estoy a cargo del equipo de residentes del hospital municipal de Madariaga, son 15 médicos a cargo, la guardia es el caballito de batalla y allí se viven situaciones de violencia verbal. El paciente pide como si fuera un kiosco”.