Médicos Invitados

13 de Septiembre de 201712:21

Los representantes de las Entidades Primarias de Rivadavia y de Carlos Tejedor, doctora Andrea Cortesi y doctor Julio César Cala, participaron de las reuniones de la Mesa Ejecutiva y del Consejo Directivo.

Cortesi es oriunda de América, ciudad a la que regresó tras estudiar en la Universidad Nacional de de Buenos Aires (UBA) y especializarse en un centro de ojos en Ituzaingó. Hoy es la única oftalmóloga del Partido. “Extrañé muchísimo, estuve diez años en Buenos Aires y fue una tortura, por eso ni bien terminé volví a mi pueblo, ni lo dudé, y ya me había ido con esa idea. Pero bueno, era necesario. Cuando volví el pueblo seguía igual, hoy sigue igual, es mi América, nos conocemos todos, me encanta”. La doctora cuenta que hasta antes de que volviera, venían oftalmólogos de otras zonas a atender cada 15 días aproximadamente pero no se establecían.
 
Cortesi es Presidenta del Círculo Médico Rivadavia hace dos años. “Si uno quiere mejorar la situación es necesario involucrarse. Además, trabajamos todos juntos, por lo que es bueno y necesario colaborar, son todos cargos ad honorem y no es justo que sigan haciendo todo solos los más antiguos que están obviamente más cansados. Es necesario que nos hagamos cargo los más jóvenes. Por eso les pedimos a todos que colaboren”.

En este sentido, la doctora Cortesi aclara que la función del médico en América no es fácil. “Se trabaja mucho ya que no hay horarios. Soy la única oftalmóloga, por lo que si alguien tiene un problema viene y me toca el timbre de mi casa para que lo vea. Eso por fuera del consultorio, además de que hay que pasar por el Círculo para ver si hay novedades o si hay que firmar algo”. Destaca la diferencia con su experiencia en Buenos Aires. “Allá cuando uno termina de trabajar, se va y punto, no lo molestan más. Pero por otro lado, veía a mis compañeras que tenían hijos y no los veían durante el día, arrancaban temprano y volvían a su casa a la tarde o noche, y eso en América lo podes manejar de otra forma, alivianarlo. Yo almuerzo con ,mi  familia, si tengo que hacer otras cosas arreglo mis horarios de consultorio. Así me crié yo y quiero lo mismo para mis hijas, que van en bicicleta a la plaza y andan solas. No lo cambio por nada”.

Tal como lo hiciera ella, hoy varios médicos jóvenes nativos de América regresan luego de formarse en las grandes ciudades. “En general muestran interés por las actividades del Círculo y se acercan. Al ser pocos y conocernos uno le pide y es difícil negarse, un poco lo compromete para que lo ayude. Me pasa con las reuniones de Circunscripción por ejemplo, tengo una hija chica y nos turnamos con otros médicos para poder asistir. En ese sentido la mayoría se involucra bastante. Cuando hacemos reuniones vienen todos y aportan ante la toma de decisiones.

El doctor Julio César Cala también estudió en la UBA. Nacido y criado en el barrio porteño de Flores,  tuvo la suerte –según él mismo dice– de ingresar al Policlínico Ferroviario Central cuando estaba en 4º año del secundario. “Entré a la farmacia como cadete y empecé a incursionar por los pisos porque me interesaba. Ese hospital me brindó lo que a pocos, trece años de práctica intensiva de cirugía”. Además, como parte formal de su educación, se especializó en el Hospital Rawson, en la escuela quirúrgica municipal. “Pero ahí solo se podía mirar, en el Ferroviario podía echar mano”, agrega.
A sus treinta y pico decidió dejar su ciudad e irse a vivir a Carlos Tejedor. “Me operé del corazón en una época donde esas operaciones eran algo insólito, tenía una patología congénita a corregir. Me realizaron la intervención en Brasil, donde había mucha más experiencia, en la Hospital de la Beneficencia Portuguesa en San Pablo con el doctor Cervini y su equipo lleno de argentinos que habían ido a hacer la residencia. A su vez, un paciente mío de Lincoln me insistió para que fuera al campo a trabajar. Él es el principal culpable de que esté hace más de 40 años viviendo allá.

El Presidente de la Asociación Médica Carlos Tejedor menciona los cambios en las condiciones de trabajo en su localidad. “Somos muchos más médicos, cuando llegué éramos cuatro médicos para la misma población. Por momentos estaba solo en el Hospital, había que bancarse eso, hacer cosas que hoy no se podrían hacer, como hacer la anestesia y operar al mismo tiempo, que una monja siguiera la evolución del paciente. Había que actuar. Las cosas empezaron a cambiar, se fueron incorporando muchos médicos, ahora somos alrededor de veinte médicos, estamos mucho mejor. Además, la municipalidad mejoró las prestaciones del hospital, contrató especialistas de las localidades cercanas que vienen a atender, y la gente no tienen que viajar para hacer sus estudios porque prácticamente todos se hacen acá. Casi todas las especialidades están cubiertas en el hospital con una frecuencia que satisface la demanda, mejoró mucho para el público y para nosotros los médicos, te sentís más cubierto”.

Como contrapartida de esta situación, Cala hace referencia a la situación social actual. “También cambiaron las demandas de la gente, antes el paciente sabía que vos ibas a hacer lo que tu buen saber y entender te indicaba. Hoy la violencia se manifiesta en la requisitoria inmediata, lo atendés a la mañana y vuelve a la tarde porque todavía tiene síntomas, pero como nos conocemos todos no tenemos mucho conflicto en ese aspecto”. También nota los cambios en los intereses de las nuevas generaciones. “Empezaron a volver chicos de acá que se habían ido a estudiar a La Plata y venían muy capacitados, se fue armando el grupo. Si bien todos participan de las reuniones de la Asociación, acompañan pero no quieren ocupar cargos”.

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