El doctor Julio César Cala nació en el barrio porteño de Flores. Tras estudiar en la Universidad de Buenos Aires, se especializó en Cirugía con el grupo de los finocchietistas en el Hospital Rawson, aunque trabajó en el Hospital Ferroviario desde los 16 años. “Era el che pibe pero todos me mimaban, asistía en operaciones, fue un entrenamiento envidiable”.

Hace 48 años que Cala se radicó en Carlos Tejedor, donde participa desde el primer momento en la Asociación Médica. “Es como un legado de los que me antecedieron. Me integré primero al Colegio Médico y después al Círculo. Además fui elegido para integrar el directorio de la Caja de Médicos, hace ya 24 años. En febrero culmina mi mandato y me retiro”. Cala nos cuenta que en ese entonces Tejedor tenía 4 médicos y 7000 habitantes. “Había mucho trabajo pero sin el apoyo de especialistas. Yo que tenía formación como médico cirujano, tuve que salir a hacer estas especialidades, incluso partos. En ese entonces en el campo el médico era el médico y tenía que hacer todo, lo que hoy se llama medicina rural”.

Cala comenta que hoy la medicina cambió enormemente gracias a la tecnología. “Cuando llegué a Tejedor solo tenía aparato de rayos, no existían otras herramientas que facilitaran el trabajo de diagnóstico”. Con respecto a la atención en sí, Cala no nota un gran cambio, por lo menos en una localidad como la suya. “Cambió mucho el trato con la gente. Hoy tienen siempre apuro, quieren todo express, antes era más sereno. Hoy hay mucha violencia en las guardias, principalmente a raíz de la mala relación con las familias del paciente, que emiten juicios e interfieren en el accionar del médico”. Y reflexiona: “las cosas van cambiando. No sé si terminará en algo peor o volveremos a vivir como se vivía antes, todos añoramos esa época”.

Al preguntarle sobre los médicos jóvenes, Cala responde que en Tejedor son todos médicos del pueblo que regresaron. “El campo les brinda un buen trabajo, una remuneración lógica, además son convocados por el municipio que busca cubrir puestos, la localidad ha cambiado para bien”. En cuanto a la participación gremial, los nota poco interesados. “Lógicamente están más interesados en desarrollar su profesión, en sus familias. El enfoque de los médicos de hoy es distinto al que teníamos nosotros como meta, nos hacíamos cargo de muchas cosas y hoy a raíz de las residencias, se parcializa la actividad y lo demás no es tomado en cuenta”. De cualquier manera, hay participación: “en la última renovación de autoridades de la Asociación se incorporaron médicos jóvenes en la Comisión. Como me pasó a mí, a la larga tendrán representatividad para el resto de los médicos y podrán ser incorporados a la tarea que yo hice porque alguien me delegó. La historia se repite”.



La doctora Sabrina Antongiovanni es oriunda de Arrecifes. Estudió en la Universidad de Buenos Aires y se especializó en neurología en el Sanatorio de la Trinidad de esa misma ciudad. “Tenía decidido volver a mi ciudad después de estudiar, así que luego de hacer la jefatura de residentes, regresé, hace 4 años”.

Antongiovanni afirma que casi no tenía contacto con la Asociación Médica. “Entré sin complicaciones al hospital porque soy la única neuróloga en la ciudad. El doctor Castro me acercó a la Asociación Médica y desde la entidad se ocuparon de revalidar mi título. Hoy, en la nueva Comisión somos bastantes los médicos jóvenes”. Y señala que actualmente está en plan de instruirse para involucrarse más en la actividad gremial.



La doctora Patricia Cobello es Presidenta de la Asociación Médica de Villarino desde octubre, pero antes de eso formó parte durante muchos años de la Comisión Directiva. “No era parte activa porque no estaba de acuerdo con muchas cosas, no le veía la impronta social, y para mí daba para muchas cosas más. Ahora estamos en camino, vamos a construir un edificio propio, para lo cual FEMEBA nos va a ayudar económicamente. Y a partir de ahí hacer mucho más, cursos y capacitaciones, todo orientado a la comunidad”.

Cobello sabía que iba a ser médica desde los seis años. Estudió en la Universidad Nacional de La Plata. Tras recibirse, se mudó a Bahía Blanca, donde hizo la residencia en Neumonología en el Hospital Penna. “Fui la primer residente de esa especialidad, y luego fui Jefe de residentes por dos años. Después me volví a mi lugar, siempre quise volver para devolverle a Villarino lo que me dio”.

Por esa misma razón asegura Cobello que se dedicó a la política. “Mi papá me dijo que me metiera en cualquier cosa menos en política. Y terminé como Intendente. Porque vi que usando la política como herramienta se puede cambiar la realidad de mucha gente”. La doctora agrega que cuando se postuló les prometió a sus votantes que seguiría atendiendo. “No sé cómo me dio el tiempo, pero así lo hice”.

Con respecto al panorama sanitario de Villarino, Cobello menciona que el crecimiento de Bahía Blanca hizo decrecer el nivel de atención local. “Tenemos solo primer nivel de atención, no tenemos quirófano, se hacen algunos partos pero nada más, todo se deriva a Bahía. Ese es otro tema en el que puse énfasis desde la gestión pública, en conseguir un quirófano, un centro de diálisis, medios privados”.

Por último, al consultarle por los médicos jóvenes, Cobello explica la dificultad del tema. “Hay médicos que se preocupan por su formación, por capacitarse, pero otros médicos prefieren juntar plata con guardias o en ambulancias, lo que va en menoscabo de su profesión. En estos 10 meses de gestión volvieron cinco chicos que se habían ido a estudiar. También estamos por lanzar nuestra página web, que va a permitir que todos estén informados sobre las actividades de la Asociación.