Cabaleiro es el mayor de cuatro hermanos varones. Martín y José, ingenieros y Santiago, arquitecto. Agrega que con ellos y muchos amigos “vivieron una muy linda infancia donde la bicicleta y el fútbol eran nuestras diversiones. La ropa sucia de 4 varones que dejábamos en casa después de los picados no era seguramente tan alegre para mi vieja. Un recuerdo imborrable de aquella época es el viaje en familia a una laguna del sur. Si podíamos viajábamos una vez al año. Pescábamos truchas y disfrutábamos de los increíbles paisajes”.

Recuerda que al terminar el secundario y gracias al esfuerzo de sus padres “me trasladé a Buenos Aires para estudiar medicina en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). Desde el primer día de anatomía me hice amigo de Beto Castelau, con el que estudié toda la carrera y nos recibimos en 2002, con un mes de diferencia. Beto siempre supo que su futuro estaba afuera del país. Hoy es anestesiólogo en Madrid. Otros amigos entrañables son Javi y Pato, viven en Mar del Plata;  Nacho en la Ciudad de Buenos Aires y Diego, en Barcelona”.

Ahora se habla de formar pareja y no de casamiento. ¿Es tu caso?

Un poco de las dos cosas. Con Andrea estuvimos cinco años de novios y mientras cursaba farmacología, llegó nuestra primera hija, Agustina. En 2002, ya recibido, nos casamos y gracias a la ayuda de mis viejos pudimos mudarnos a otro departamento”.

 ¿Dónde y cuándo comenzó el trabajo de médico?

Después de rendir un examen en abril de 2003, ingresé como residente de tocoginecología al Hospital Posadas. Años difíciles, días largos sin dormir, guardias día por medio. Pasado el primer año comencé a disfrutar de otra manera, con excelentes compañeros y todavía nos vemos con alguno de ellos. En el segundo año de residencia nació Tomas, ya éramos cuatro. Terminé la residencia en 2006 y ya tenía trabajo en la maternidad de Pilar y en Capilla del Señor.

¿Por qué regresaste a la ciudad de América?

A medida que pasaba el tiempo maduró la idea de volver al pago chico, a nuestra América. A mi esposa, Andrea, le concedieran el traslado a la sucursal local del Banco Provincia y nos volvimos. Acá estaban los abuelos, la tranquilidad…

¿Cuándo empezó a trabajar en el Hospital?

A partir del 2 de enero de 2007 y además en mi consultorio privado y tengo el privilegio de compartir la sala de espera, varias consultas y mates, con mi padre. El trabajo aquí abunda, somos tres tocoginecólogos.

¿Con una nena y un varón como hijos no les dio ganas de desempatar?

Por supuesto. En 2008 nació Felipe.

Sostengo que algo de lo mucho que uno recibe hay que devolver a la comunidad. ¿Cuál es su opinión?

Es lo que todos tendríamos que hacer para sentirnos mejor y hacer sentir mejor al prójimo. Siempre colaboré en varias cooperadoras y comisiones. En 2013 fui elegido para presidir el Círculo Médico de Rivadavia, hasta el 2015. A partir de ahí fue que conocí bastantes colegas de FEMEBA a los que les agradezco la colaboración como Tono Azcona, el Vasco Ibarguren y por sobre todo mi gratitud a la doctora Verónica Schiavina, que siempre me ayudó cuando necesité algo.

Y ahora en política…

Poco tiempo antes de las elecciones me propusieron, para mí de manera inesperada, acepté acompañar al intendente Javier Reynoso, en la secretaría de Salud del municipio de Rivadavia. Pero sigo con mi trabajo de tocoginecólogo, la demanda es grande. De ahora en adelante veremos qué pasa, Dios dispondrá.

¿En qué ocupas sus ratos libres? 

Soy fanático de la pesca. Cuando podemos vamos con los chicos a la laguna y todos los miércoles juego al padel con José, un amigo que me banca siempre, y dos más que él siempre encuentra.

César Mc Coubrey. Para FEMEBA Hoy.