Dr. Raúl César Pirosanto

24 de Agosto de 201610:50

Raúl César Pirosanto es médico generalista. Vive en Laguna Alsina (Estación Bonifacio). Pertenece a la Asociación Médica de Guaminí y está inscripto en FEMEBA desde 1971. A los 76 años y con tres stents cardiacos continúa trabajando. “No me quiero jubilar de médico porque esta profesión es mi vida. Yo amo la vida”, afirma.

¿Dónde trabajó después de la graduación?
En el Sanatorio Santa Isabel de Buenos Aires. Mi primo, Eduardo Pirosanto, era el director. Pero mi carrera la desarrollé aquí, en Laguna Alsina. Trabajé como médico forense de la Policía, médico clínico, hice guardias en el hospital donde trabajo desde hace 46 años. Además tengo mi consultorio particular. Durante dos años fui el único médico, sin tener un día libre. Fui director del Salud del Partido de Guaminí y del Hospital Municipal. Hace muchos años soy director del Hospital de Laguna Alsina y como tal viajo en la ambulancia durante las urgencias, a Bahía Blanca o a Coronel Suarez según la gravedad del paciente. En Guaminí junto con el doctor Ledesma, un cirujano como ya no quedan, operé todo tipo de casos. Cubrí guardias cuando no tenían médicos. Atendí partos y ahora atiendo a los hijos y nietos de las personas que le ayudé a Dios a traer al mundo.
 
¿Esa realidad, cambió con el paso del tiempo?
Más o menos. En Casbas y Cochicó cuando se realizan festivales y los médicos no alcanzan, viajó y hago guardias.
 
¿Con tanta actividad, seguro hay muchos recuerdos?
Hace muchos años, una situación me marcó para siempre. Aun era médico de la Policía. Llegué como todos los días a mi club. Se acercó para saludarme el hijo de un amigo con el que jugaba pelota-paleta. Después de media hora recibo un llamado de la Policía. Me informan que el hijo de mi amigo, que tenía 17 años, se suicidó porque lo dejó su novia. Se vino a despedir de mí. Además del impacto emocional tuve que contarle al padre lo ocurrido y además el juez interviniente me obligó a hacer la autopsia porque en la zona no conseguían otro médico forense. También atendí partos en domicilios y en la ruta, en el medio del campo. Es muy placentero ver hoy a esos bebes ya adultos, que saben lo ocurrido y lo agradecen.
 
La comunidad lo homenajeó en varias oportunidades
Es un halago enorme que “tu gente”, la de tu lugar en el mundo, te haga reconocimientos. A ellos mi eterno agradecimiento.

 
Usted está casado y tiene hijos…
Tengo tres hijos Paola, abogada; Yanina, farmacéutica y bioquímica y Juan Cruz, contador. Dos nietas, Camila (3) hija de Paola, y Andrea hija de Yanina, que es adoptada. Yani no podía tener hijos después de muchos tratamientos y le aconsejé que adoptara. Este año el juez ya le otorgó la tenencia después de un año y ahora todos disfrutamos de Andy, como le decimos. Tiene 4 años.


¿Qué era Bim, Bam, Bum?
Una confitería instalada en las ruinas Villa Epecuén. En el verano trabajaba de cajero para ganar unos pesos y volver a la pensión de La Plata para estudiar medicina junto a tres amigos de Carhué, donde nací. La confitería era de César, mi papá César. También tenía una orquesta de tango.
 
¿Y los recuerdos de la época de estudiante?
Nos gustaban las carreras de caballos. Así que con otros amigos, hacíamos cola en un lugar para comer arroz con leche, hasta que llegaran las encomiendas de los familiares. Jugábamos al básquet y era bueno para la pelota paleta. Mi carrera deportiva la culminé como director técnico del Club Unión Deportiva de mi Laguna Alsina (Estación Bonifacio) Siempre terminaba expulsado de la cancha por discutir. De cabrón nunca terminaba un partido completo. Debo agradecerle siempre al recordado, querido y querible Dr. Esteban Urlezaga, el papá del bailarín clásico Iñaqui, que me obligó a estudiar y recibirme.
Mi tesis (avanzada para la época) se basó en la necesidad de usar cinturón de seguridad para prevenir consecuencias más graves cuando se producen de accidentes de tránsito.
 
Alicia Rincón, su secretaría y pareja desde hace 26 años. Dice que “antes con muchos menos medios que ahora, siendo yo enfermera, me consta que más de una vez, no solo derivaba al enfermo, también nos daba cheques de él en blanco para pagar las operaciones internaciones y gastos del enfermos. Con personas en grave estado viajamos muchas veces a terapia de Coronel Suarez con un tubo de oxígeno en el asiento de atrás porque era más rápido que la ambulancia”.


Reportaje: César Mc Coubrey
Edición: Gabriel Negri. Tomás Malato.

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